En el año 2008 existían en España más de 50 entidades financieras entre Bancos y Cajas de Ahorro. Sin embargo, la situación macro y microeconómica del país, las distintas reformas legislativas para este sector emitidas por el Gobierno y las propias exigencias de Europa recogidas en el MOU tras el rescate a la banca nacional en verano de 2012 han cambiado drásticamente este panorama.
Así nos encontramos con que a febrero de 2013 el número de entidades, tras una brutal selección darwiniana ha pasado a ser de poco más de una decena. La oferta de proveedores de financiación se ha visto significativa y rápidamente modificada, sin dar tiempo a los demandantes de financiación a adaptarse.
Con la perspectiva que otorga el paso del tiempo analizaremos esta transformación como una de las reordenaciones sectoriales más rápida e intensa que se haya producido en cualquier economía de un país. Vemos como la oferta se ha reducido tanto en número (cuantitativamente), los demandantes tendrán menos opciones en su búsqueda de financiación, como en las condiciones en las que se concede esta financiación (cualitativas).
El menor número de entidades, está haciendo que la competencia entre ellas por “su negocio” de concesión de préstamos se haya relajado. Además la situación en la que se encuentran estas (alto porcentaje de morosidad, gran numero de provisiones y dotaciones, mayores dificultades para acceder a los mercados mayoristas, exigencias de incremento de sus propios ratios de capital, etc.) ha hecho que algunas de ellas se encuentren con problemas de liquidez; lo que a corto plazo les está obligando a reducir su balance, su exposición al riesgo y por tanto la reducción de los créditos concedidos.
Las condiciones en la concesión de préstamos se han adaptado a esta situación, encareciéndose los tipos de interés aplicados, exigiendo más garantías y solicitando un incremento de los recursos aportados por los promotores sobre el porcentaje de financiación solicitado.
La dificultad para acceder a la financiación bancaria, es una circunstancia presente en toda Europa, aunque sin duda en España se está manifestando con una especial virulencia.
Pero ojo, esta situación ha llegado para quedarse, y las empresas deberán afrontar un proceso de rápida adaptación. Si tomamos como ejemplo la economía de EEUU únicamente el 30% de la financiación que llega a las empresas proviene de las entidades financieras, mientras que en Europa esta cifra ha llegado a ser del 90%.
Las empresas españolas deben buscar canales de financiación alternativos en los que se reduzca laexposición bancaria y su intermediación. En EEUU, las propias empresas son las que buscan su financiación en el mercado mediante la emisión de bonos u obligaciones, o buscando activamente inversores privados. Este pasado mes de enero, las grandes empresas españolas han sido capaces de conseguir directamente en el mercado una cifra muy significativa de financiación.
Los gestores de las empresas deben considerar fuentes complementarias de financiación que les permitan poner sus proyectos en marcha y consolidar su crecimiento. Recordaré que la principal fuente de financiación de las empresas es la que viene a través de sus clientes. El objetivo de toda empresa es vender sus productos, y la financiación que mayor alegría proporcionará a la empresa es la que llega por el cobro de sus facturas, ya que significará que sus productos tienen aceptación en el mercado y además por ser la financiación más barata.
Para mejorar el ratio de recursos propios frente a la financiación bancaria, la empresa lo puede conseguir con aportaciones de los socios ya existentes o dando entrada en el accionariado a nuevos accionistas que aporten capital. Según el grado de madurez y el tamaño del proyecto, este puede acceder a Crowdfunding, a Business Angels, a Venture Capital o a Capital Riesgo.
En el año 2012 según la Asociación Española de Capital Riesgo (ASCRI) se han realizado 830 operaciones de inversión en empresas por un importe total de 2.525 millones de euros. De estas más del 95% de las operaciones de financiación han sido en el tramo de menos de 5 millones de euros. Sin duda muchas de estas financiaciones han venido a cubrir un hueco que antes era atendido en gran parte por la financiación bancaria.
Como muestran las cifras, esta fuente de financiación ha tomado un papel relevante en la financiación de las PYMES y de los nuevos proyectos iniciados por los emprendedores.
En cuanto a la exigencia de garantías están pueden ser cubiertas por los propios socios y la empresa, o bien se puede utilizar las Sociedades de Garantía Reciproca (S.G.R.), que podrán permitirnos llegar a las garantías necesarias para obtener “la financiación bancaria” y en unas condiciones más competitivas de las que obtendría la empresa por sus propios medios, gracias a los acuerdos que estas entidades tienen suscritos. Las SGR aportan solvencia y una garantía liquida ante la entidad financiera para hacer frente a los posibles riesgos de impago de la empresa.
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