lunes, 25 de junio de 2012

Crear tu primer producto en poco tiempo, con poco dinero y mucho esfuerzo

Quienes estén pensando en crear una empresa y a partir de ella desarrollar un negocio rentable a largo plazo, ya sabrán que no hay atajos, no existen autopistas y siempre tendrán que hacer alguna inversión, por poca que sea. En mi opinión en lo primero que debes invertir es en el producto.
Aunque no tengas dinero, si logras ser eficiente y tener a mano las herramientas adecuadas, en poco tiempo puedes tener un producto apto para su comercialización.
Si piensas que crear un producto no es necesario(¿tienes un “empleo estable”?), solo dejo para la reflexión individual una frase que lancé en Twitter hace unos días como continuación de un post en mi blog:
Lo más inestable que existe para un profesional es el “empleo estable”. Y lo dice alguien que lleva 17 años trabajando en la misma empresa, en donde está haciendo carrera, con un clima laboral satisfactorio y que es tomado en cuenta en los planes de futuro de la compañía. Está claro que si llegó a esta conclusión no es de modo reactivo, sino proactivo.
Si alguien lo duda, cabe preguntarse si es normal que en un país de los que se denominan desarrollados es normal que una de cada cinco personas en capacidad de trabajar no encuentre un empleo. Afortunadamente, los profesionales que tengan un producto propio en su portafolio minimizarán mucho el riesgo derivado de su “empleo estable” porque bien tendrán otros ingresos o bien porque tendrán una ventaja en la percepción de su marca personal, cosa que mejora mucho la empleabilidad.
Tener un producto propio dice mucho de lo que eres capaz de hacer, a diferencia del CV y ya sabes lo que dicen y aplica para el CV, el papel lo aguanta todo.

¿Qué fue primero, el producto o la empresa?

Son muchos los que crean una empresa sin tener un producto, seguramente porque tienen muy claro que quieren tener una empresa y tienen una idea general de lo que van a ofrecer pero sin haber desarrollado una oferta concreta al respecto. Esto es un error que lo viví en carne propia con mi primera y mi segunda empresa. Cuando tenía 19 años establecí con mi hermano Gabriel una empresa de servicios tecnológicos, enfocada a la venta y mantenimiento de ordenadores y venta de equipos y suministros. Habíamos estudiado el mercado, existía demanda, conocíamos a la competencia y hasta teníamos un proveedor de equipos que nos garantizaba un margen adecuado.
No obstante, nuestra empresa tenía tres problemas iniciales: el primero es que no teníamos clientes ni referencias. El segundo, es que ofrecíamos un producto genérico que vendían muchísimas empresas similares a la nuestra; casi era como no tener un producto. El tercer problema y fue el más grave de todos, es que lo que sí teníamos eran costes fijos. Eran bajos, pero fijos. Habíamos alquilado una oficina, nos dimos de alta en todo lo que la ley exigía pero que se podía haber aplazado y por tanto comenzamos a pagar impuestos y tasas, hicimos tarjetas de presentación, papelería y un largo etcétera y todo esto antes de saber si íbamos a tener clientes.
Al final, fueron viniendo las ventas y en un momento dado pudimos firmar un contrato con una sucursal del Citibank que se encontraba fuera de la ciudad y necesitaba un servicio de mantenimiento para sus servidores.
Este contrato nos aportó una relativa estabilidad ya que cubría los gastos y nos dejaba algo de dinero pero luego de tres años funcionando, decidimos que no merecía la pena continuar y quedó como un proyecto formativo que me aportó tanto o más que el máster en dirección que hice años después.
Dicen que los seres humanos no chocamos dos veces con la misma piedra, pero no es verdad. A los 24 años me embarqué en una segunda empresa, algo distinta. Había finalizado la carrera de empresariales y decidí probar con una empresa de consultoría para pymes. No solo me volví a meter en gastos fijos antes de vender y tener clientes, sino que además ahora no había ningún producto, ya que era una empresa 100% de servicios. Tenía una socia que se incorporó más tarde, Liliana, que no solo es buena consultora, sino que además es una excelente comercial siendo esto último su principal aporte.
Por tanto vinieron clientes y comenzamos a facturar y en el camino nos centramos tanto en la consultoría como en la formación. Así estuvimos tres años pero al igual que la primera experiencia, la ausencia de una base de clientes permanente producía una descompensación en la cuenta de resultados, a pesar de que se cubrían los costes y es que una empresa crea valor para sus propietarios cuando la inversión (y eso incluye el tiempo que has dedicado a crear la empresa) no solo produce rentabilidad, sino que además la rentabilidad es mayor a la que produce el dinero ocioso en el banco. Dicho de otro modo, una rentabilidad del 3% sobre la inversión está bien, pero tu empresa no crea valor a los accionistas si el banco te paga el 5% en un depósito a plazo fijo. En aquel entonces estaba en Panamá y se pagan estos tipos de interés por los depósitos bancarios.
Para mí esos dos fracasos me aportaron dos importantes lecciones que no me las enseñaron en la facultad de empresariales y que quiero compartir contigo ahora:
1. Una empresa no es más que el medio que facilita que la solución de un problema llegue a las personas
2. Un producto no es más que el medio en el cual se entrega la solución de un problema a las personas, sea un bien o sea un servicio. Un servicio se puede empaquetar.

Muchas veces los emprendedores crean la empresa antes del producto y esto trae como consecuencia que el punto de equilibrio (cuando tus ingresos son mayores a los gastos) se alargue en el tiempo porque estás financiando cosas que no tocan al inicio. Por tanto, mi consejo es que o bien la empresa sea el primer producto (ejemplo Google.com o Toprural.com) o que el producto, sea el que sea, lo diseñes y promociones incluso antes de crear la empresa. Es lo que Borja ha comentado muchas veces aquí: antes de emitir la primera factura, y por tanto constituir legalmente tu empresa, hay muchas cosas a hacer relacionadas a buscar clientes.
Hoy en día Google en una empresa con una amplia variedad de productos pero todos vinculados a la misión de Google: “organizar la información mundial y hacerla accesible y útil de manera universal” y esto es así desde el primer producto de la empresa, el buscador, que fue creado antes de la empresa. Google, Inc. existe porque antes se creó Google, el buscador.
Soy consciente de que el ejemplo de una empresa de la magnitud de Google puede resultar intimidante para un profesional individual que tenga alguna idea de pequeño negocio en su cabeza. Pues bien, en España todo el mundo sabe que hace poco HomeAway compró Toprural, una empresa que se fundó alrededor de un producto (un buscador de alojamientos rurales), sin financiación externa, sin experiencia en el negocio, tres personas en sus inicios y sin oficinas (una habitación y el comedor de los fundadores).
Si había algo que tenían muy claro en Toprural desde el principio era que no podían apartarse del objetivo de la empresa: ayudar a las personas a encontrar el alojamiento rural que están buscando. ¡Nunca olvides cuál es el problema que quieres resolver! Si pierdes esto de vista te alejarás de tus clientes y por tanto de las ventas. Todo se centra en eso: solucionar un problema.

¿Qué problema puedo solucionar hoy?

Muchas personas piensan que se requiere de una gran idea para crear un gran producto. ¡Falso! Más que grandes ideas se necesitan buenas soluciones. Recuerda que un producto es la forma en la que entregas la solución de un problema.
Otro mito que existe es el relacionado a la innovación. Hay quien supone que para innovar hace falta hacer algo “rompedor”. ¡Falso! Innovar conlleva básicamente dos cosas:
1. Aportar valor a tu cliente, es decir solucionar su problema superando sus expectativas. No basta con resolver un problema de cualquier manera.
2. Conseguir que tu aporte sea adoptado, es decir que sea utilizado de
Forma recurrente.
Así que olvídate de encontrar una “gran idea” y deja de darle vueltas a la cabeza. Empieza a ver y a escuchar lo que sucede a tu alrededor y descubrirás un montón de problemas que no están resueltos o que están mal resueltos. Lo mejor, que alguno de esos problemas tú los puedes resolver.
Una década después de mi segunda empresa, decidí fundar la tercera (¿la tercera es la vencida? espero que no, confío en que exista una cuarta y una quinta) pero he decidido llevar el proceso desde otra perspectiva y he trabajado ahora muchas cosas de forma distinta.
Estoy absolutamente seguro que sin los dos fracasos anteriores (me ha encantado fracasar dos veces) no hubiera llegado a esta conclusión y a una reflexión que deseo compartir contigo sobre el proceso para resolver un problema. Este proceso para mí tiene tres pasos y son los siguientes:
1. Mirar hacia dentro: tiene que ver con tus deseos, habilidades, lo que te gusta hacer para ti, lo que puedes ofrecer a los demás.
2. Mirar hacia fuera: tiene que ver con los participantes del mercado, qué productos (soluciones de problemas) existen, quienes lo comercializan, de qué manera y cómo se relaciona con tu idea.
3. Resolver un problema: recuerdas lo que decía antes, “un producto no es más que el medio en el cual se entrega la solución de un problema a las personas, sea un bien o sea un servicio”. Pues bien, este paso tiene que ver con el desarrollo de tu propio producto para tu negocio basado en lo que has encontrado al mirar hacia dentro y mirar hacia fuera.

¿Miramos hacia dentro?

No suelo dar consejos que no haya puesto en práctica personalmente.
Luego de mirarme hacía dentro, conseguí concretar una frase de presentación para explicar lo que hago y por qué. Es la frase que utilizó en la mayoría de mis perfiles y dice: “Escribiendo por Afición | Formador por Vocación | Emprendiendo con Convicción”. ¿Quieres mirarte hacia dentro? Hacerlo te puede ayudar contestar las siguientes preguntas.
1. ¿Cuáles son tus aficiones? Una forma fácil de identificar las aficiones es detectar las cosas que te gusta hacer para ti mismo. En mi caso, me gusta escribir, lo hago por afición, aunque luego me sirva además para propósitos profesionales. Es por eso que uno de mis primeros productos ha sido un libro.
2. ¿Cuáles son tus vocaciones? Si lo decimos de otro modo, la pregunta puede ser ¿qué te gusta hacer para los demás? En mi caso me gusta enseñar, siempre me ha gustado la docencia, con lo cual he acabado atando la afición de escribir con la vocación de enseñar para transmitir algunos conocimientos prácticos a través de un libro que ayude a otras personas a solucionar un problema concreto. Al final, este libro se ha convertido en un producto.
3. ¿Cuáles son tus convicciones? Hacer algo para ti qué puedas compartir con lo demás está muy bien pero, si adicionalmente lo haces con un total y absoluto convencimiento pues mucho mejor. En mi caso, estoy absolutamente convencido de que emprender en buena parte es una cuestión de actitud y menos de genética. Es por ello que los productos y servicios que estoy creando implican documentos (afición de escribir) destinados a la formación profesional (vocación de enseñar) acerca de unos temas sobre los cuales tengo un convencimiento absoluto: convicción de emprender.
Fíjate que no hablo para nada de lo que sabes hacer. Doy por supuesto que tus habilidades, conocimientos y experiencias formarán parte de la creación de tu primer producto y todo ello (habilidades, conocimientos y experiencia) son muy importantes pero no son el punto de partida ya que estas cuestiones bien las puedes aprender o bien te puedes complementar
(¿Con un socio quizás?) No obstante, lo que es realmente imposible es obtener pasión de dónde no lo hay. ¡Mira hacia dentro y te sorprenderás de lo que puedes llegar a encontrar!
Para mi este es el punto de partida y aquí he puesto el ejemplo de un libro siendo un producto que requiere mucho esfuerzo, sobre todo en tiempo dedicado, pero pocos recursos económicos. No obstante, estos tres elementos son aplicables a muchos otros productos. ¿Eres un aficionado a las motocicletas con vocación por divertir a las personas? ¿Tienes afición por el turismo, vocación ecológica y la convicción de que un mundo sostenible es posible? Da igual lo que encuentres al “mirar hacia dentro”, lo importante es que seas capaz de unir todo lo que encuentres para descubrir lo que te apasiona, porque crear un producto, sea cual sea, requiere mucho esfuerzo y la pasión ayuda a mantener la constancia y acabar las cosas y uno de las mayoras causas de muchos fracasos es justamente no acabar lo que se empieza.

¿Cómo crear un producto en poco tiempo?

Ahora que sabes lo que te apasiona, te dejo mi lista de puntos clave para conseguirlo en poco tiempo.
1. Concéntrate: debes tener presente que moverte no significa avanzar.
Debes huir de todo lo que implique hacer cosas sin conseguir resultados y de las actividades improductivas. Ya te dije que todo esto va a requerir mucho esfuerzo pero el esfuerzo por sí mismo no produce nada y por tanto debes valorar que tu esfuerzo produce avances.
Te será muy útil desde el inicio del proyecto de creación de tu producto un cronograma de actividades que puedas revisar periódicamente para evaluar tus avances.
2. Empieza con un “Kick-Off”: esta palabra que viene del inglés significa lanzamiento y se utiliza mucho en los partidos de futbol americano para expresar el momento de la patada inicial. Pues bien, permítete empezar la creación de tu primer producto con un “Kick-Off” procurando que el lanzamiento, ese momento inicial, recorra toda la cancha y si es posible saque la pelota del estadio. Dicho de otro modo, permítete el tiempo suficiente, desde un ocaso hasta el amanecer, toda una tarde, un fin de semana completo, pero el tiempo que te puedas permitir y el suficiente para tener un cronograma completo que te permita organizar las siguientes sesiones de avance en tu proyecto y una buena parte del mismo bien dibujada.
3. Tu objetivo es una primera versión ÚTIL, no una primera versión completa: esto es válido para cualquier tipo de producto, sea digital o sea físico. No alargues el lanzamiento hasta tener un súper producto con mil funcionalidades. Para eso existen las versiones, las actualizaciones y las extensiones de línea. Tu objetivo es salir pronto, acabar rápido y solucionar un problema de alguien allí fuera pronto. Esto no significa entregar un mal producto, NO. Fíjate que he puesto ÚTIL en mayúsculas.
Debes procurar innovar (aportar valor con tu producto y que el mismo sea utilizado) y sin clientes pronto no hay innovación ya que la innovación implica que tu producto sea utilizado una vez y luego adoptado.
4. Encuentra un nicho: ¿Qué es un nicho? No es un mercado. El mercado es donde se encuentran compradores y vendedores. Tampoco es un segmento. El segmento del mercado es una parte del mismo que comparte para un grupo más o menos uniforme de consumidores, características y necesidades semejantes. La segmentación puede ser geográfica, demográfica, psicográfica o conductual.
¿Entonces qué es el nicho? Un nicho es una porción de un segmento de mercado, en donde los consumidores con unas características homogéneas tienen necesidades que no han sido atendidas por la oferta general del mercado.
Uno de los problemas que alargan el proceso de creación de un producto es la adecuación del mismo al consumidor objetivo. Por tanto, en la medida que tengas muy claro cuál es tu nicho podrás reducir el tiempo de desarrollo de tu producto.
5. Empieza con un infoproducto: el proceso de creación de producto que describo aquí es válido para cualquier tipo de producto pero si eres lo que denomino un Profesional Empresario, o sea un profesional que está creando una empresa mientras ocupa ocho horas diarias en otra, te vendría bien que tu primer producto sea algo en donde tanto los recursos para desarrollarlo como para posteriormente promocionarlo y distribuirlo sean muy pero muy bajos. Un infoproducto cumple con este requisito, además de ser reutilizable en todo o en parte, sirviendo también como herramienta promocional de otros productos que puedas crear eventualmente. Un infoproducto es conocimiento que soluciona un problema y que está empaquetado (cosa que no hice en mis dos primeras empresas).
Por otro lado, el infoproducto es una buena opción para los Profesionales
Empresarios que inician, porque la experiencia y el conocimiento lo tenemos todos. Si haces una exhaustiva investigación de mercado podrás determinar qué información es la que debes empaquetar para convertirla en un producto. Para ello te vendría bien tener un blog y en eso te puede ayudar Franck de Ingresos al Cuadrado.

¿Cómo crear un producto con poco dinero?

Crear un producto requiere recursos y el dinero es solo uno de esos tantos recursos. Es muy probable que no tengas suficiente dinero ni tiempo, pero estoy convencido que es más fácil conseguir tiempo que dinero en el corto plazo. Partiendo de esta idea, te dejo algunos de mis consejos y que he puesto en la práctica en mi propio caso en menor o mayor medida y con un buen resultado.
1. Organízate: todo lo que sea un “ladrón de tiempo” déjalo de lado. Te sobra tanto el programa tele-basura de la noche como el telediario. La navegación por internet que no tenga que ver con tu producto y que no se ajuste a lo que has estipulado en el cronograma que has hecho en el
“Kick-Off” está de más. Yo escribo para profesionales que al mismo tiempo que están desarrollando su proyecto mantienen un empleo por cuenta ajena. Cómo el día en el planeta Tierra dura 24 horas para todos, bien merece la pena que encuentres un hueco para que cada día a la misma hora te dediques única y exclusivamente a la creación de tu producto. Si no, tienes garantizada la prolongación en el tiempo hasta que llegué el hastío y la desmotivación.
2. Un socio podría ser una buena idea: no tienes por qué hacerlo todo tú, no seas egoísta. Siempre es preferible el 50% de algo que el 100% de nada. Un socio es útil tanto cuando no tienes las habilidades o conocimientos suficientes como cuando no tienes el tiempo o recursos necesarios. Tu socio puede ser de muchos tipos y te puede aportar muchas cosas, desde su trabajo hasta su dinero. Todo depende del producto que estés creando.
De todos modos, lo de incorporar un socio es algo a meditar a profundidad, y en especial lo del reparto de las ganancias, muchas buenas amistades se han perdido así.
3. Un infoproducto requiere principalmente el recurso tiempo: antes ya he hablado que los infoproductos permiten crear un producto en poco tiempo.
Tienen además otras ventajas, como que refuerzan tu marca personal pero además tienen otra: los puedes crear con muy poco (o ningún) dinero. Eso sí, fácil de crear no es, requiere mucho tiempo y el proceso es complejo, pero es una buena alternativa si el dinero escasea. No es broma, te va a tomar mucho tiempo si haces algo de calidad.
4. Un producto basado en web requiere poco dinero: un dominio te costará
10 Euros el primer año y un buen hosting para empezar no más de 80 Euros.
Seguramente necesitarás algunas imágenes profesionales que tendrás que comprar (1 Euro cada una quizás). Puede que con poco más de 100 Euros tengas una plataforma. Pero claro, un dominio vació es eso, un dominio vacío. Lo que hace que un sitio web tenga valor es la solución que ofrece a un problema (nunca olvides esto, el ABC es RESOLVER UN PROBLEMA). Por tanto, sucederá lo mismo que el infoproducto, prepárate a dedicar muchas horas. La ventaja de un producto basado en web es que puedes salir al mercado con una primera versión aceptable que te permita probar si en el mercado hay interés en tu producto antes de seguir dedicando más recursos (tiempo y dinero) y mejorarla sobre la marcha.
El problema, es que no seas programador web pero, hasta eso tiene solución. O inicialmente buscas un socio que sea desarrollador web o trabajas por tu cuenta una versión sin código, la lanzas y solo si la misma es aceptada te apuras a buscar un buen programador como socio para que complete el producto, pero en este caso la incorporación se produce con un producto que ya tiene demanda y clientes y eso lo cambia todo. Yo me estoy decantando por esta opción y el desarrollo de mi último producto que es un producto web, lo he hecho basado en esta idea: un sitio que soluciona un problema pero hecho sin código en su primera versión. Esto me ha permitido lanzarlo en poco tiempo. Me ha tomado seis meses pero ha sido porque he dedicado unas 15 horas a la semana a ello. Si hubiera estado desempleado cobrando el paro me hubiera tomado dos meses. Si la idea sale bien, ya mejoraremos el producto, incorporamos como socio a un programador, vendrá la codificación y las funcionalidades.
5. Crea una marca y consigue la licencia de un producto ya existente: esta es otra opción en la cual no tengo experiencia directa pero es una opción totalmente factible y que no descarto explorar a fondo en el futuro. Contactas con alguien que tiene un producto desarrollado en otro mercado y consigues que lo adapte a una marca que tú vas a explotar en tu mercado. Tu margen será mucho más bajo que si el producto fuera propio pero también es cierto que la inversión inicial tanto en tiempo y dinero será mucho más baja.
Con todo lo que he explicado aquí, está claro que crear un producto requiere mucho esfuerzo, pero también está claro que no solo es posible hacerlo en poco tiempo y con poco dinero, sino que además es necesario.
El mercado de trabajo está cambiando y aquí estamos hoy por hoy hablando de mini-jobs o de head-sharing, además de las tendencias a la externalización y deslocalización del trabajo. Así las cosas, quizás ha llegado el momento que los profesionales asalariados nos comencemos a preguntar si un solo cliente (tu empleador) es una buena idea o bien merece la pena apostar por la diversificación de tu portafolio de clientes a través de un portafolio de productos.
Yo lo tengo claro, he comenzado a crear mis productos propios y este es un camino sin retorno. Y tú ¿te apuntas?

Giancarlo Reyna Zorrilla

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