El pensamiento mágico es una forma de explicar el mundo basada en creencias o interpretaciones erróneas sobre la relación entre causas y efectos. Es típico de las sociedades primitivas, que ante un entorno incomprensible que afecta a sus vidas de forma caprichosa inventan ritos para controlar ese entorno.
Pero el pensamiento mágico no es solo propio de sociedades primitivas. En las sociedades más avanzadas la mayor parte de la gente practica de una u otra manera esta forma de pensar. Como prueba, basta con ver las cifras de ventas de El Secreto.
Cada vez que probamos una nueva dieta que va a hacernos adelgazar sin esfuerzo en pocas semanas, estamos practicando el pensamiento mágico. Cada vez que confiamos en la lotería para cambiar nuestro futuro económico, estamos practicando el pensamiento mágico.
El pensamiento mágico es muy atractivo, porque disocia nuestro esfuerzo de las consecuencias en nuestra vida. Es más satisfactorio, a corto plazo, probar una nueva dieta que cambiar nuestro hábitos de alimentación. Es más fácil gastar dinero en la lotería que buscar y conseguir un trabajo mejor.
El problema es que creer en la magia nos impide asumir que nuestra vida depende de nuestras decisiones y de lo que hacemos cada día, todos los días. Si estás probando dietas milagrosas, no cambias tus hábitos de vida. Y si estás jugando a la lotería no asumes que el dinero que vas a tener es el que seas capaz de ganar y ahorrar.
Pero hay más. Pensamiento mágico es enviar decenas de curriculums todos los días creyendo que así conseguirás un trabajo. Pensamiento mágico es seguir haciendo las cosas como en 2006, pensando que en algún momento todo volverá a ser como antes. Pensamiento mágico es soñar con promociones en una empresa en la que no tienes futuro, sin hacer nada práctico para mejorar tus posibilidades. Pensamiento mágico es creer que un título de ingeniero te va a conseguir un trabajo nada más terminar tu carrera.
El mundo es un sitio muy muy complejo. Prácticamente todo lo que hay ahí fuera es caótico (en el sentido físico del término, es decir, impredecible en la práctica) y no lo puedes controlar. Pero de nada sirve buscar fórmulas mágicas para hacerlo racional y predecible.
Lo que sí puedes hacer es controlar lo que depende de ti. Puedes elegir una alimentación saludable en lugar de una dieta milagro. Puedes elegir cambiar de empresa, o de ciudad, o de país si eso mejora tus posibilidades de conseguir el trabajo que quieres. Puedes elegir gastar menos y ahorrar cada mes para vivir mejor en el futuro. Puedes elegir crear una empresa y no depender de un empleo que no te satisface.
Este año puede ser el mejor año de tu vida. Basta con que olvides las fórmulas mágicas y te empeñes en conseguir algún cambio concreto, medible, que dependa solo de ti.
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