martes, 15 de enero de 2019

Cuando tu compañero se convierte en tu jefe

No es sencillo dar el salto en la empresa y asumir más responsabilidades. Es el momento en el que en muchos casos tu compañero se convierte en tu jefe y la convivencia no siempre es sencilla. Porque hasta ayer estabais, por así decirlo, en el mismo lado de la trinchera. Pero ahora el tiene que asumir un rol diferente.

La realidad es que algo que allana mucho el camino y la aceptación de dicho nombramiento es si se trata de una decisión justa o no. En el primer caso se asume como algo natural. Se han premiado sus capacidades, esfuerzo o tiene una formación más adecuada que la de otros compañeros. Aunque en otros casos por muy justa que sea, la envidia nos hará ganarnos enemigos entre nuestros propios compañeros.

Ser bueno en tu trabajo no te convierte automáticamente en un buen jefe

Ahora lo que toca evaluar es si además de ser bueno en su trabajo, también es bueno coordinando el de los demás. Y esto no siempre pasa. ¿Se cumplirá el principio de Peter? La realidad es que en muchas ocasiones ser muy bueno como trabajador base no nos hace bueno como encargado. El popular refrán de para saber mandar hacer una cosa hay que saber hacerlo antes, es condición necesaria pero no suficiente.
La realidad es que su posición ahora es diferente. Y seguramente les tocará tomar decisiones que serán impopulares en ocasiones. El cargo de responsabilidad muchas veces lo que tiene es que nos obliga a ser el eslabón de transmisión de una decisión que muchas veces viene impuesta. Lo importante es saber explicar los motivos de dicha decisión cuando sea necesaria.
De esta manera se contará con el apoyo de los que hasta hace nada eran nuestros compañeros. Si nos distanciamos y actuamos como hasta hace no mucho hacía el mismo jefe al que posiblemente nosotros también criticamos, nos convertimos en más de los mismo. Si no sabemos liderar, el apoyo de nuestros compañeros no será eterno.
Es importante encontrar una vía de comunicación con el equipo. Que sepan que por el ascenso no hemos dejado de ser parte del mismo. Ahora estamos en una posición de coordinación, pero a la hora de dar ejemplo somos los primeros. Además estamos para ayudar y sacar las castañas del fuego a nuestro equipo, apoyando cuando alguien se atranca en una tarea y encontrando la forma de sacarla adelante.

El ascenso era una trampa o un trampolín de salida de la empresa

A veces el ascenso es simplemente una trampa. Un puesto en que hemos visto salir a diferentes personas desde que estamos en la empresa. Si no tenemos cuidado nos podemos ver quemados en poco más de un año. Si no queremos vernos en esta situación lo mejor es apoyarnos en los que fueron nuestros compañeros y tener un liderazgo que comparta responsabilidades, aunque luego los tirones de orejas vayan a caer sobre nosotros.
En otras ocasiones se accede al mismo para mejorar nuestro currículo. Es la puerta de salida para otra empresa que nos puede dar acceso a un mejor salario o condiciones laborales. Pero para esto ni siquiera es necesario hacer un buen trabajo y la realidad es que cuando ocurre el equipo lo nota. Nos hemos convertido en parte del problema, no de la solución.
Por último tenemos que ser conscientes de que también se puede rechazar el ascenso. Por diferentes motivos, ya sea porque para nuestra carrera profesional no aporta mucho, porque la responsabilidad que lleva incorporada no supone un salto salarial que lo compense, etc.

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