viernes, 16 de noviembre de 2018

Cómo hacer una buena escucha activa, según los consejos de los coaches

Una escucha activa se trata de oír más allá de las palabras ya que las palabras representan una parte muy pequeña de la expresión completa de una persona. Así es cómo se preparan para una conversación eficiente los expertos en coaching. En el ámbito corporativo estamos acostumbrados a que se potencien nuestras habilidades comunicativas: desde cursos de oratoria hasta programas para mejorar nuestra capacidad de persuasión o cómo adaptar nuestra forma de hablar según la persona que tenemos delante. Sin embargo, y como se enseña desde la educación primaria, para que exista comunicación debe haber no sólo un emisor, sino también un receptor de la información.
Y ese segundo polo, por el contrario, no está prácticamente explotado. La exagerada importancia que le damos a cómo expresarnos le resta muchísima relevancia a la capacidad de escucha como valor diferencialcomo elemento clave en cualquiera que pueda (o quiera) considerarse ducho en esto de comunicarse.
Por supuesto, no se trata de simplemente dejar hablar a nuestro interlocutor mientras asentimos con la cabeza y pensamos en el partido del Real Madrid de esta noche: se trata de escuchar más allá de las palabras ya que las palabras representan una parte muy pequeña de la expresión completa de una persona.
Así es como lo entienden los coaches, cuyo trabajo tiene un gran componente de escucha activa de los ejecutivos o profesionales a los que asesora. Por tanto, afirman estos profesionales, el coach debe escuchar tanto lo que el coachee está diciendo como lo que no está diciendo. “Se combinan las palabras con los tonos en que se dicen, la respiración, las palabras que se usan“, dicen desde la escuela de negocios CEREM Business School.

¿Cómo hacer una buena escucha?

Aunque cada conversación es distinta, cada contexto marca el devenir del proceso completo y cada persona es un mundo, los profesionales del coaching coinciden en algunos consejos básicos para realizar una buena escucha activa a otra persona. A saber:
  • Debemos estar interesados en todo lo que nos cuenta la otra persona, aunque tengamos que hacer un esfuerzo consciente para ello.
  • Posición corporal y contacto visual: posición, abierta, frente a frente, mirada con mirada, atento al otro (a ninguna otra cosa), plantas de los pies apoyados en el suelo. Es como decirle sin palabras, “estoy aquí y ahora, totalmente presente”.
  • Mantener abierto “el circuito energético corporal” que circula entre ambos (no cruzarse de brazos, ni de piernas, no esconderse detrás de nada).
  • No interrumpir ni completar el discurso del otro: escuchar activamente conlleva la intención expresa de comprender al sujeto que tenemos enfrente. Una tendencia frecuente al interactuar con otros es interrumpir para dar a conocer nuestro parecer. A veces (por la incomodidad que nos producen los silencios que se producen ante la actitud reflexiva del otro mientras ordena reflexivamente sus ideas) nos anticipamos intentando completar lo que ha querido decir. Al actuar de este modo muchas veces hacemos una interpretación equivocada o provocamos la interrupción del fluir espontáneo del otro, quien puede consideralo como impaciencia, falta de respeto o desinterés.
  • Siempre hemos de procurar ser directos y honestos, especialmente en caso de que haya alguna confusión. “Clarifica, reduce la ambigüedad y clarifica la situación”, recomiendan los coaches.
  • Una vez que el otro ha terminado de hablar, debemos reflexionar sobre lo que ha dicho y compartir con él o ella de forma abierta, pero respetuosa, nuestras impresiones.

¿Qué nos impide hacer una buena escucha activa?

Y si esos puntos anteriores están en nuestra lista de deberes, no podemos obviar los obstáculos que nos impiden llevar a cabo este proceso con la diligencia deseada. Entre ellos, los docentes de la CEREM Business School destacan:
  • Interrumpir, no dejar que la otra persona termine de expresarse.
  • Intentar buscar una respuesta mientras la otra persona nos está hablando.
  • Hablar en exceso o contar nuestras propias experiencias.
  • Mostrar ansiedad. Estar preocupado por uno mismo mientras que nos están hablando.
  • Juzgar a la persona mientras nos está hablando.

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