viernes, 15 de febrero de 2013

Emprender es la única manera de salir de ésta


Una idea. Una ilusión. Son dos de las características que comparten los cinco jóvenes de este reportaje. Aunque no son las únicas. También tienen en común las ganas de trabajar en Euskadi sin necesidad de marcharse, por ejemplo, a Alemania. La mezcla de estos tres factores les ha llevado a ser emprendedores, a crear su propia empresa y a luchar contra esa marea llamada desempleo y que cada vez arrastra a más gente de su quinta.
"Creo que es la única manera de salir de ésta" señala Mikel Torres, de 28 años, y embarcado en un proyecto denominado MeTheOne, que busca encontrar y dar salida a jóvenes promesas y talentosas de todo el mundo que están 'escondidas' en internet. “La crisis es un escenario propicio para que ocurra esto entre los jóvenes, pero también desde las universidades se inculca cada vez más un espíritu emprendedor” asegura José Luis González-Pernía, Investiador Senior de Orkestra, Instituto Vasco de Competitividad.
Aquellos que ponen en marcha una empresa de base tecnológica cuenta con el apoyo de una amplia red de agentes que apoyan sus inicios. No obstante, aseguran, esto no significa que el camino sea fácil. Pachi Echeveste, de 33 años lleva nueve intentando sacar adelante su empresa Wattio, centrada en acercar la domótica de manera sencilla y económica a las viviendas. Poco a poco va recogiendo los frutos de un camino largo pero recuerda lo duro que resultó en su origen. "Al principio tuve que poner todo mi patrimonio, había meses que no me llegaba ni para el alquiler”, explica.
Además, en los tiempos que corren el acceso al crédito no es sencillo. Otra de las complicaciones radica en las cargas burocráticas e impositivas existentes a la hora de crear una empresa. El gobierno prometió para esta legislatura una nueva ley de emprendedores que parece no termina de aterrizar. “Hay mucho engorro administrativo a la hora de acceder a subvenciones”, subraya Rafa Roda. Su proyecto Yarr.tv pretende convertir las pantallas de nuestro alrededor, como la de un bar, en algo con lo que podamos interactuar y acomodar a nuestros gustos. Coincide en su opinión con Beatriz Lumbreras, recién titulada en Arquitectura. Ella ha recibido el apoyo del programa de emprendedores Yuzz y ha puesto en marcha un proyecto llamado Acert Energético, relacionado con la eficiencia energética de las viviendas.
Perfil emprendedor 
Por lo general, el perfil de la persona que se sumergen en el universo del autoempleo es el de alguien entre los 35 y los 44 años y que ya ha tenido alguna experiencia profesional. Este es otro de los hándicap a los que se enfrentan aquellos que nada más acabar la carrera se sumergen en el emprendizaje. Unai Bilbao recuerda que “un proyecto tiene parte comercial, administrativa, y comunicativa. Ramas importantísimas que no se aprenden en la universidad”. A él y a sus compañeros también les va bien por el momento con su empresa Akting, dedicada a la ingeniería de telecomunicación especializada en las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación.
Cada uno con sus motivaciones pero compartiendo mucho en común recomiendan la experienca. “Emprender sí, pero ojo, con cabeza” remarca Pachi.

miércoles, 13 de febrero de 2013

¿Un requisito imprescindible para emprender? ¡Perder el miedo a soñar!

Estos días circula por la red un vídeo con la voz en off de Alan Watts que relativiza la importancia del dinero y subraya la estupidez de dedicar nuestra vida a hacer cosas que no nos gustan para poder ser capaces de continuar haciendo cosas que no nos gustan y educar a nuestros hijos a seguir este camino… El concepto no es nuevo, pero me alegra que de vez en cuando algún mensaje como este consiga un efecto viral en la red. Las cosas buenas de la vida se nos olvidan pronto y a la mínima entramos en el lamento facilón y en la desidia más absoluta, así que va bien que nos lo repitan cada cierto tiempo.


Soy consciente que hay gente que lo está pasando realmente mal en estos momentos y, evidentemente, tiene todo el derecho del mundo a quejarse, pero este pequeño post va para todos aquellos que de forma autómata y repetitiva se instalan en la posición fácil de aceptar “lo que hay”, de darse por vencidos, de renunciar a sus sueños o atreverse si quiera a soñar… ¿Cómo pretendemos vivir felices si ni siquiera nos permitimos vivir primero?
En las escuelas de negocios y universidades abundan los cursos para emprendedores en los que intentan enseñarnos a hacer magníficos análisis DAFO y planes de empresa y nos explican cómo montar un negocio en cómodos pasos… También abundan las noticias sobre el elevado número de proyectos que no superan el primer año de vida. Quizá sea porque nos inculcan unas aptitudes empresariales sin haber reparado primero en otros aspectos fundamentales y que aparentemente nada tienen que ver con la economía.¿En qué asignatura del colegio se nos enseña a ser felices, a gestionar nuestras emociones, a ilusionarnos con nuevos retos, a valorar los pequeños placeres de la vida? ¿Qué profesor dedicó sus horas a enseñarnos a soñar, a pensar en libertad, a ser creativos sin el prejuicio de seguir una línea previamente marcada? ¿Cuántos padres muestran a sus hijos a aprender de los errores, a levantarse cuando tropiezan y ver el aspecto positivo de su caída; a decir te quiero y gracias?
Un punto imprescindible para superar la crisis que nos apaga a todos es superar la crisis de felicidad, de ilusiones y de esperanza en un futuro mejor. Y es algo que deberíamos incorporar a nuestro sistema educativo, a la filosofía de trabajo de nuestras empresas, a nuestras relaciones personales… Se puede aprender a ser optimista, a ser feliz, a saber lo que queremos. Solo entonces seremos capaces de llevarlo a cabo y, como dice Alan Watts en el vídeo, no importa lo que esto sea. ¡Hazlo! Porque si realmente te gusta podrás convertirte en un experto en la materia y encontrar la manera de vivir de ello. Y ahora comencemos de nuevo por el principio, ¿qué harías para ser feliz?

Sandra Bravo es socia fundadora de BraveSpinDoctors, consultoría de comunicación estratégica y marketing político.

martes, 12 de febrero de 2013

¿Cuánto vale un cliente?


En las empresas vivimos de nuestros clientes. No clientes, no ventas, no beneficios, muerte empresarial fija. Quien tiene un cliente tiene un tesoro. Ahora bien, ¿cuánto vale un cliente?, ¿todos los clientes son iguales?, ¿para qué nos sirve saberlo?
Más que las respuestas lo importante es hacerse estas preguntas. Una organización que no se las planteé no creo que pueda llegar excesivamente lejos, más allá de que los vientos le sean propicios. Otra cosa es que las respuestas que obtengamos sean distintas en función de las valoraciones, métodos o criterios que usemos, pero el mero hecho de profundizar en la materia nos servirá para un mejor conocimiento y gestión de nuestro negocio.
El asunto es muy complejo, y desde luego admite múltiples soluciones. Por lo pronto vamos a limitarnos a realizar una serie de planteamientos, una serie de datos que debemos manejar.
Para empezar, tenemos que conocer lo que ganamos con un cliente, el beneficio que aporta a nuestra empresa. Habrá que conocer los márgenes netos que obtenemos de los productos y servicios que le vendemos. Suele haber discusiones a la hora de la imputación de los costes indirectos, por ello muchos optan simplemente por no tenerlos en cuenta a la hora de determinar este dato.
Bien, una vez ya sabemos lo que ganamos con este cliente, cabe también preguntarse durantecuánto tiempo permanecerá con nosotros. Para ello debemos partir de la tasa de deserción, de bajas de nuestros clientes, el porcentaje en tanto por ciento de los mismos que nos deja al cabo del año. Supongamos que es un 5%.
Si esta tasa es constante (estudiemos varios años consecutivos), eso significa que la vida media de un cliente en nuestra organización vendría a ser de 20 años, lo que nos indicará durante cuanto tiempo podremos obtener beneficios de dicho cliente.
Así, hay empresas que lo que hacen es tratar a ese cliente como cualquier otra inversión,actualizando a valor presente esos años que le quedan al cliente en nuestra organización, lo que es un modelo muy simple, pero por supuesto también muy inexacto.
Dicho método no tiene en cuenta que si los productos cumplen una serie de ciclos durante su vida los clientes también. Es muy posible que a dichos clientes les quede un ciclo alcista como generadores de beneficios, o justo lo contrario. Se trata de realizar un análisis mas fino, de detectar las oportunidades de incrementar la facturación/beneficio con un cliente o de ser conscientes de que lo mejor ya pasó. Es posible que a alguno le suene al clásico sistema de clasificación de clientes ABC. Pues sí.
Y es que el conocimiento del valor de un cliente nos ayudará a tomar decisiones. Por ejemplo, pensemos en las inversiones necesarias para su mantenimiento y desarrollo. Más allá de que la valoración se a correcta al 100%, la existrencia de un método uniforme nos garantiza la posibilidad de gestionar con coherencia.
¿Cuánto valen tus clientes?
PD: por supuesto que hay clientes que valen su peso en oro por ser llaves para otros, por cuestiones de imagen, etc…pero no confundamos las excepciones con la regla general.

lunes, 11 de febrero de 2013

Cuando la buena atención al cliente es óptima


Nunca había comprado nada a través de Amazon, tampoco estamos los españoles para muchas compras tendría que añadir, pero vi un producto para un familiar y quise darle una sorpresa. Se trataba de un marco digital, y admito mi ignorancia en el tema. Al no realizar muchas adquisiciones de productos de este tipo, no sabía nada de lo que ofrecía el mercado. Así que busqué uno bueno bonito y barato. Sobre todo el último paso era el más importante.
Llegó a mi casa en dos días, feliz como una niña ante su primera bicicleta abrí el paquete. ¡Horror! No era lo que había pedido, es decir sí, pero sabía que no le iba a gustar a este familiar.Ahí comenzó mi periplo. Entre que no andaba muy bien de salud y me dolía la cabeza, ya de madrugada busqué una alternativa y me fijé en otro con muchas aplicaciones y económico. Después de comprobar en páginas de usuarios opiniones al respecto, me dije “ya está, solucionado”. Mientras tanto me habían contestado en atención al cliente sobre la devolución del marco, muy rápido, con cortesía e información. Una muy buena atención.
Tendría que ser normal ¿verdad? Cuando uno tiene un problema-sobre todo a través de Internet- deberían tratarte desde la empresa mostrando no sólo interés en solucionar el asunto, sino en demostrar cercanía y seguridad. Sobre todo cuando tras consultar ese segundo marco vi que el mismo valía cinco euros menos en la misma página pero sirviendo otra empresa. Para mi desgracia cuando quise deshacer ese segundo pedido ya había salido.
Miré a la pantalla gritando:
-No, detente, ¿pero por qué sois tan rápidos? No vengas a mi casa, quédate ahí.
Evidentemente tuve que volver a ponerme en contacto con los responsables de la tienda. Primero lo hicimos vía email. Ahí expliqué a una señorita de lo más cálida y amable (eso se detecta en la forma de escribir) que no llegaba a comprender mi situación. Fue surrealista. “¿De qué color era el marco?”,“¿cuál quiere devolver, el primero o el segundo… ha pedido ya el otro que es igual pero más barato?”
No sabía si reír, llorar o decirle que me estallaba la cabeza que era el día antes de Reyes y que ya me daba igual todo. No me gusta que me regalen pero sí regalar y ya llegaría tarde. La chica, con una paciencia infinita, fue contestando a todo lo que preguntaba, me hacía sonreír con sus conjeturas y su intención de “detener el pedido, voy a detenerlo,lo tengo que intentar”. Eso es entrega en tu trabajo y lo demás gaitas escocesas.
Al instante sonó el teléfono era ella, mi salvadora. Con un acento francés realmente bonito, me dijo con una voz tranquila con un tono suave, que se estaba haciendo un pequeño lío y que era mejor que habláramos en persona porque había cosas que no entendía. ¡Pero si era culpa mía, me estaba explicando como un libro cerrado! Así que le conté la peripecia del primer marco, de la desilusión, de que era un regalo para ese tipo de personas que te dicen “para qué quieres tantas fotos si luego las tienes en el ordenador” (lo cual es cierto)
Con paciencia y una caña, ambas llegamos a una solución. Seguía con su obsesión de detener al mensajero (me la imaginaba haciendo un placaje en un partido de rugby) y salvando el paquete para que yo no tuviera que esperar y recuperara mi dinero. Su trato hacia mí fue exquisito. Por correo y por teléfono. Al final, cuando comenzamos a ver la luz fui yo quien le dio las gracias por aguantar a un personaje así “creo que tengo fiebre” alegué en mi defensa (sin que me hubiera atacado) y ella le restó importancia.
Para despedirme consideré que ya que había estudiado francés hacía siglos, debía dedicarle unas palabras en su idioma materno y ella, igual de cortés me contestó en los dos idiomas “ es un placer y es mi obligación” Sé que esta situación no debiera ser extraordinaria pero lo fue. Sentí que el cliente era lo más importante aunque no viera las caras de la amable Isabel mientras no entendía nada de nada. Cumplió.