miércoles, 10 de julio de 2013

Lo difícil no es tener éxito, sino mantenerlo

Alguna vez tenía que pasar, y pasó. La selección española de fútbol, equipo que venía de ganar todas las finales a las que había llegado en los últimos años, cayó derrotada ante Brasil en la Copa Confederaciones el pasado Domingo. El conjunto brasileño supo jugar neutralizando el de La Roja, siendo superiores, dominando el partido y ganando con un contundente 3-0.
Tuvieron suerte en marcar los goles en los momentos en los que lo hicieron, dicen algunos. La suerte se busca. Las personas que más les pasa eso de estar en el momento justo en las circunstancias adecuadas, son aquellas que antes han estado en muchos momentos en los que “la suerte no les ha favorecido”. Merecida, por tanto, victoria de Brasil.
No se puede ganar siempre, pero siempre se puede aprender de las derrotas. Con esto no quiero enaltecer la derrota y que resulte, como alguno que otro piensa ya, que hasta es más importante que la victoria. No, lo que ocurre es que solo gana el que ha perdido muchas veces. ¿O no nos acordamos cuando no ganábamos a ningún deporte?.

Es esta generación de deportistas, sí, lo es. Pero también son las anteriores. Esta generación ha tenido los medios sí, también el coraje, sí, pero también han aprendido de tantas y tantas derrotas de ellos mismos y de los que les precedieron. Y han crecido como profesionales con el ansia de llegar a sitios donde, deportivamente, nunca habíamos llegado.
Todos los éxitos en nuestro deporte de los últimos tiempos tienen mucho que enseñarnos en el mundo de la empresa. No voy a decir que no se puede triunfar sin haber fracasado antes, porque no es verdad. No es frecuente, pero es posible. Tampoco eso de que es necesario fracasar, hombre si lo podemos evitar mejor. Pero si viene, aprendamos de él para llegar a nuestra meta.
Aunque todo no acaba ahí, una vez que llegamos a nuestra meta, hemos conseguido nuestro objetivo. ¿Ahora qué?, ahora corremos el riesgo de morir de éxito. Sí, esto es un no parar. Cuando no lo conseguimos porque no lo conseguimos, cuando lo hacemos porque hay que mantenerse. Así es la vida de las personas y, por lo tanto, la vida de las empresas, que son grupos de personas.
Morir de éxito consiste en llegar a la cima y seguir siempre igual, pensando que por llegar nos hemos ganado el sitio para siempre. Kodak, murió de éxito minusvalorando la tecnología digital en las cámaras. Dicen que Apple está muriendo de éxito porque ya no es la más innovadora y como estas, tantas y tantas empresas. Grandes y pequeñas que creyeron que por haber llegado a donde estaban, siempre ese sitio iba a ser suyo, y no.
Cuando se muere de éxito, una derrota como la del domingo de la Selección es el principio del fin. Cuando se muere de éxito simplemente no se entiende la derrota. Si nuestra selección muere de éxito, cosa que estoy seguro de que hará, se quedará pasmada diciendo… Qué ha pasado. Hemos tenido un mal día. La próxima lo conseguiremos, pero nada cambia, sigue todo igual. Cuando una empresa muere de éxito, minusvalora todo lo que no sale de ella. Hasta que llega un día en que todo lo que no sale de ella le ha sobrepasado y ya es demasiado tarde.
Sin embargo cuando no se muere de éxito, sino que se busca permanente, una derrota es vista como un tropiezo y posibilidad de aprender. Se aprende y se cambian cosas. Si Kodak no hubiese muerto de éxito, hoy sería un importante fabricante de cámaras digitales y no estaría en la quiebra.
Un ejemplo de búsqueda de éxito, nuestro Rafael Nadal. Cae derrotado en su primer partido en Wimbledon tras llegar ganando no se cuántas finales y su respuesta: “Decir que el culpable sean mis rodillas no serían más que excusas”. Eso solo puede significar que lejos de morir de éxito, lo persigue.Nos queda campeón para rato.

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